Escena de No Ground (Reproducción)

Créditos da imagem: Escena de No Ground (Reproducción)

Películas

Crítica

No Other Land destila elocuencia al condensar décadas de lucha palestina en 1h30

La ganadora del Oscar al Mejor Documental, la producción demuestra ser emblemática del tema

Omelete
4 min de lectura
02.03.2025, a las 23H15.
Actualizado en 02.03.2025, a las 23H27

Empecé a filmar cuando empezamos a desaparecer”, dice la voz en off de Basel Adra en los primeros minutos de No Other Land. El documental, que ganó la estatuilla en la categoría en los Oscar 2025, establece ya su fluida relación con el tiempo cronológico en su inicio -codirigido por Adra junto a Hamden Ballal, Yuval Abraham y Rachel Szor (todos, a excepción de Szor, aparecen también delante de la cámara), el largometraje comienza hacia 2009, con imágenes rudimentarias de demoliciones coordinadas por el ejército israelí en la comunidad de Masafer Yatta, en el sur de Cisjordania, un grupo de pequeñas aldeas palestinas que sufren violentas presiones de las fuerzas de ocupación para que abandonen el lugar, donde muchas de las familias de los residentes viven desde hace más de un siglo.

Sin embargo, 2009 es más un marcador de imagen que un faro narrativo para No Other Land. Es entonces cuando Adra comienza a filmar las demoliciones masivas y los desalojos, y por tanto cuando la película consigue personalizar los relatos que incluye, pero esto no impide que el cuarteto de realizadores incluya metrajes anteriores, realizados por el padre activista de Adra o por equipos de televisión extranjeros, que extienden la lucha por Masafer Yatta al menos unas décadas más, hasta mediados de los años 1990 (escenario de una secuencia muy oportuna que involucra al ex primer ministro británico Tony Blair). Más de 30 años de intentos de borrado étnico, 30 años de resistencia, 30 años de apelar a la opinión pública, 30 años de lucha contra una marea de superioridad militar insuperable, 30 años de cámaras y solidaridad menguando ante los tanques y la crueldad.

Y es así como No Other Land se constituye como algo más que un relato personal: es la condensación simbólica de un proceso histórico que viene teniendo lugar a lo largo de buena parte del siglo XX (incluso más que las tres décadas que abarca la película), y que gana aquí –a través, eso sí, de la historia íntima de Adra, su familia y su comunidad– una dimensión personal que sólo el cine puede proporcionar. Mejor aún es darse cuenta de que, como cineastas, él y sus colegas de No Other Land entienden brillantemente cómo transformar los relatos y registros fragmentados que definen el esfuerzo documental en una zona de conflicto en una película que nunca aliena con su crudeza ni se acerca al amateurismo.

Todo lo contrario, de hecho. Cuando No Other Land utiliza la cámara caótica de un periodista que huye de la represión militar, o pierde el hilo de una de sus historias, mientras personas y familias son derrotadas por la crueldad de la ocupación, lo hace con la intención calculada de revelarnos el extremo de la historia que está contando. Sobre todo porque la película también destila claridad cuando quiere y puede, sobre todo en la forma en que retrata con cuidado y cariño la inesperada amistad que surge entre Adra y Abraham, un periodista israelí famoso por defender la causa palestina que se involucró profundamente con la lucha de Masafer Yatta durante los años retratados en la película.

La relación entre ambos brilla en la película, sirviendo para dar color al lado humano de estos activistas (a edades similares, Adra y Abraham encuentran rápidamente motivos para reír y pasar el rato juntos), pero también como chispa para los diálogos más complicados sobre la solidaridad y la unidad de los pueblos que surgen de la causa palestina. Que Abraham regrese a su casa cada noche después de presenciar la demolición de una comunidad, una casa a la vez, o la represión violenta de una protesta perfectamente legal, es una fuente de conflicto entre ellos, incluso si el israelí no trata todo el asunto como una aventura: puede estar muy comprometido con esa lucha, pero todavía no es su lucha, y no es él quien sufre las consecuencias de luchar en ella.

Este es el tipo de elocuencia que el documental extrae incansablemente de una estructura que parece rudimentaria (con razón) a primera vista. Es imposible negar que la urgencia del tema pesó mucho en hacer de No Other Land la favorita al Oscar, pero la fluidez e inteligencia con la que aborda este tema es lo que la convierte en un gran ejemplo de cine documental.

*No Other Land se estrena el 13 de marzo en cines.

Nota del Crítico
Magnífico
Sem Chão
No Other Land
No Other Land

Año: 2024

País / Nación: Paletina, Noruega

Duración: 92 min

Dirección: Yuval Abraham, Rachel Szor, Hamdan Ballal, Basel Adra

¿Dónde ver?
Ofrecido por

Este sitio utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Al continuar navegando, aceptas su uso. Puedes deshabilitarlas desde tu navegador.