En el lejano - pero no tanto - 2020, Netflix lanzó una de esas producciones que entran en el catálogo como quien no quiere la cosa y, algunos días después, estalla en internet. Con la pandemia de Covid-19 tomando el mundo y las personas obligadas a quedarse en casa, las películas originales del streaming ganaron aún más destacado: Old Guard, Enola Holmes y, entre ellos, la española El Hoyo. En pocos días, la historia de la prisión con su sistema de alimentación por niveles captó la atención del público y se convirtió en tema de discusión en internet. La premisa: quienes están en los niveles superiores reciben la "plataforma" llena de comida, y quienes están abajo dependen de la solidaridad de los de arriba para alimentarse. Esto hasta el próximo mes, cuando los presos son redistribuidos entre los niveles.
El Hoyo es una película de supervivencia en una prisión con el condimento de esa idea. Al igual que La Fortaleza, película con Christopher Lambert, el protagonista necesita comenzar a entender cómo funciona el día a día, presenciar los peligros y consecuencias del régimen adoptado allí antes de idear su plan para romper el sistema. Más de cuatro años después del lanzamiento del original y un mundo recuperado de la pandemia - pero con otros grandes problemas, como siempre -, Netflix lanza una continuación de la historia, llevándonos de vuelta a la prisión, con nuevos personajes y una nueva dinámica entre los presos.
La trama de la secuela comienza con Perempuán (Milena Smit) y Zamiatin (Hovik Keuchkerian, el Bogotá de La Casa de Papel) ya frente a la plataforma con la comida. Algunos flashes al inicio nos muestran que la comida que él pidió recibir todos los días fue pizza, y el alimento ya llega allí con pedazos faltantes. En el impulso de comer el plato de otra persona, Zamiatin es advertido por el nivel de arriba que, por las leyes de la Revolución Solidaria, cada uno debe comer solo su plato - o intercambiar de mutuo acuerdo - y así, tener alimento suficiente hasta los niveles inferiores. Obviamente, como dice Trimagasi (Zorion Eguileor) en la primera película, algunos niveles no cumplen con el acuerdo, y un grupo denominado de Leales realiza una caza a quienes no se alinean con el sistema impuesto por ellos.
Esta dinámica se conecta directamente con la historia de la primera película, donde Goreng (Ivan Massagué) bajó el hoyo por la plataforma para llevar comida a los niveles inferiores junto con Baharat (Emilio Buale), su compañero en ese momento, utilizando las barras de metal de las camas. El nuevo enfoque quita a El Hoyo 2 la necesidad de repetir en la primera parte las mismas cosas que vimos en la primera película. No hay esa repulsión inmediata al banquete todo revuelto y mordido, sino la disciplina impuesta por los Leales y el miedo de los Ungidos, líderes violentos que practican torturas y "aplican la ley" de la única forma que ven posible allí: a través de la violencia.
El Hoyo 2 se aleja de la idea de una película de prisión que aborda la crítica al capitalismo y el concepto de que quien está arriba se beneficia y quien está en la parte baja sueña con algún día estar en lo alto. Aquí, los Leales imponen a los que están arriba una responsabilidad de cuidar del alimento de los que están más abajo. La sociedad dentro del hoyo vive siguiendo el mensaje mesiánico del Maestro, el mesías, que creó ese sistema de distribución justa, pero que también impone a los "ciudadanos" de allí una orden de que "comer no es un derecho, sino un deber". Según él, si los Ungidos matan, es para que no haya más muertes en el futuro.
Mientras toda esta idea funciona y genera interés en una nueva historia contada en ese ambiente, por otro lado, desde el momento en que Perempuán y Zamiatin comienzan a cambiar de niveles, El Hoyo 2 se pierde completamente en este nuevo concepto y comienza a repetir situaciones de la primera película. La entrada de nuevos "residentes" - entre ellos Natalia Tena, la Tonks de Harry Potter - es la primera señal de que las ideas se acabaron. Y aquí, intentando no dar spoiler para no arruinar la gran revelación que ocurre a mitad de película, queda evidente que el intento de convertir El Hoyo en una franquicia y comenzar a preparar el terreno para otras secuelas, no funciona. La película atropella conceptos ya establecidos en favor de ese giro de trama y de referencias al original.
El misterio de la primera historia, el niño dentro de las instalaciones, se convierte en un elemento recurrente en la continuación, con flashes de los pequeños en una especie de parque infantil de la Administración. Sin embargo, lo que parece ser una explicación para el hecho de que Goreng encontrara a la hija de Miharu (Alexandre Masangkay), en realidad, es un elemento que queda sin respuestas y parece lanzado solo para traernos el recuerdo de lo que ocurrió en la película anterior y - de nuevo - repetir lo que ya vimos.
El Hoyo 2 es un retrato de cómo funciona la prisión de la película: comienza con la bandeja llena, una idea clara de por qué existe esta secuela, pero conforme va descendiendo, con unos 40 minutos de película, todo se va vaciando y sin tener más de dónde sacar algo. Y peor, viviendo del recuerdo de lo que ya ha pasado por los niveles anteriores. Es una idea buena, pero que parece ser solo un argumento y no una historia propiamente dicha. Es un pensamiento sin la creatividad necesaria para continuar por sí mismo y sin necesidad de crear lazos claros con la película original.
Convertir El Hoyo en una franquicia es el gran error que cometen diversos otros originales de Netflix. La "escena post-créditos" deja clara la intención de una tercera historia. Y no dudo que pronto tengamos un spin-off anunciado.
Año: 2024
País / Nación: Espanha
Duración: 1h39 min
Dirección: Galder Gaztelu-Urrutia, Galder Gaztelu-Urrutia
Elenco: Milena Smit, Hovik Keuchkerian