ADVERTENCIA: ¡Spoilers de El pingüino a continuación!
Saber cuándo cambiar de director es una virtud esencial y rara en las series de televisión contemporáneas, sobre todo teniendo en cuenta la forma en que tantas producciones televisivas, en su afán de acercarse al cine, abrazan la idea de unificación bajo una visión estética singular. Pero la televisión no es cine, por mucho que intentes que lo parezca, y a lo largo de ocho, diez, veinte horas de historia, cualquier serie se asfixiará en la repetición de ideas y errores de un solo director. El pingüino, en este sentido, hizo gala de una sincronización impecable al cambiar al (excelente) Craig Zobel por Helen Shaver en el cuarto capítulo.
Shaver, una veterana de la televisión (Station Eleven, Vikings, Lovecraft Country, Westworld, Anne with an E se encuentran entre sus créditos más recientes), aporta al episodio, denominado "Cent'Anni", una urgencia y una sensación de espacio que faltaban a las aspiraciones estetizantes más elevadas de Zobel. Utiliza su cámara en mano mucho más que su colega, por ejemplo, escondiendo a veces la lente detrás de paredes y accesorios para transmitir la sensación de que estamos espiando un momento quizás demasiado íntimo, que no debería grabarse de esta manera. Funciona, principalmente, porque “Cent'Anni” es un ejercicio de asfixia dramática.
El guión de John McCutcheon (La rueda del tiempo) se centra en contar el paso de Sofia Falcone (Cristin Milioti) por Arkham Asylum, en formato de un largo flashback que ocupa más de la mitad del episodio, para que entendamos mejor las actitudes drásticas y acciones que toma en el presente. A saber: Sofía decide matar a casi toda la familia Falcone y comenzar un nuevo imperio criminal bajo el apellido de soltera de su madre. Concreto a la trama criminal de la temporada del El pingüino, el episodio tiene muy poco, pero el trabajo que hace en la base de personajes y la profundización temática es invaluable, lo que significa que mucho de su factor de entretenimiento realmente depende de la dirección.
Al profundizar en otra versión de los abusos institucionalizados de Arkham Asylum, la serie evita la tentación de repetir la exageración gótica de otras representaciones del lugar en el cine y la televisión, optando por un equilibrio más fino entre la ópera que definió su adaptación de la universo Batman (Shaver todavía toma tomas cómicas de las sesiones de electroshock de Sofía, por ejemplo) es una denuncia mordaz de esta situación que, aunque fantástica, tiene muy poco que ver. Y Milioti, por supuesto, ayuda a sostener ambos lados de esa escala, estirando los músculos más allá de la rígida fragilidad sobre la que fundó su Sofía y dibujando un arco muy claro de su trágica transformación en algo parecido a un supervillano.
En esta historia de origen con soporte dramático, “Cent'Anni” demuestra que El pingüino sabe cuándo cambiar de tono, cómo mantener la coherencia entre sus partes y que logra retener a la audiencia incluso cuando llega el momento de hacer una pausa y considerar algo importante. En otras palabras, demuestra que es una gran serie de televisión.