La firmeza y la obstinación son los rasgos más llamativos de Ludvig Kahlen durante casi toda la duración de El bastardo. El personaje de Mads Mikkelsen está inspirado en el ex capitán del ejército danés, que exploró y cultivó la salvaje Jutlandia de Dinamarca, que ahora comprende la gran mayoría del país, a mediados del siglo XVIII. Considerada infértil e inflexible, la tierra sólo se doblegó ante la insistencia de Kahlen.
Inicialmente se presenta como un humilde soldado retirado que quiere intentar colonizar las tierras abandonadas por el reino. Sin embargo, pronto se revela que su postura servil en realidad ocultaba su gran ambición de convertirse en miembro de la alta sociedad danesa, como su padre, un noble anónimo que rechazó a su bastardo y lo envió al ejército. Esta hambre imparable de poder hace que nuestro protagonista actúe como un noble incluso vestido con harapos, y no se deje sacudir por las penurias de la naturaleza.
Pero aunque los desafíos de la agricultura parecen insolubles, Kahlen enfrenta problemas aún mayores en los nobles salones de su rival Frederik Schinkel (Simon Bennebjerg). El villano de la historia, Schinkel, es el hijo mimado de un explorador fallecido, responsable de expandir los territorios del rey. Sin embargo, a la sombra de su padre muerto, utiliza la violencia y la embriaguez para ocultar su personalidad infantil y egocéntrica. Es en este personaje en el que el director y guionista Nikolaj Arcel invierte su crítica a las monarquías.
Lejos del control del rey y con el poder heredado de las hazañas de su padre, Schinkel gobierna sus tierras con mano de hierro y se considera dueño del gigantesco brezal. Por ley, todas las tierras infértiles pertenecen a la corona danesa, pero el joven lo ignora. Por otro lado, el rey que domina el lugar ni siquiera sabe lo que sucede en sus tierras, mientras que sus consejeros gobiernan a su antojo. Ante este juego de sillas musicales sobre quién domina la tierra abandonada, Arcel juega con la dinámica monárquica, que siempre deja en un segundo plano el avance del país.
Toda esta historia cobra fuerza gracias a la brillante actuación de Mikkelsen, quien construye, junto a Amanda Collin (como Ann Barbara, la esposa de Kahlen), una historia fuerte, llena de contradicciones. La dinámica del dúo marca la dualidad del corazón de Kahlen, que comienza a poner otras prioridades en su balanza personal: de repente, el soldado del rey se aleja de la sombra de la corona y comienza a valorar a las personas más que los títulos y tierras que la realeza puede proporcionar.
The Bastard explora lo peor que puede ofrecer una sociedad gobernada por unos pocos, pero también se centra en contar la historia del nacimiento del amor en un corazón que nunca ha recibido nada igual. Explorando los problemas de las monarquías desde la perspectiva de un hombre obstinado, la película finalmente se revela como una historia realista, pero que permite soñar.