Lo que da sentido a la vida es la muerte. Los principales deseos del hombre están motivados por su impotencia ante el fin. La prisa por amar y alcanzar una meta proviene de la comprensión de que nuestro tiempo es finito. Son estos dilemas de vida o muerte guiados por la urgencia dramática del fatalismo los que impulsan la trama de Frieren y el viaje al más allá , una adaptación del manga del mismo nombre escrito por Kanehito Yamada e ilustrado por Tsukasa Abe .
La epopeya medieval parte de una curiosa premisa, en la que el clímax ya ha sido superado y el gran villano ha sido asesinado sin siquiera aparecer en pantalla. Con el Rey Demonio derrotado, el grupo de héroes formado por Himmel, Heiter, Eisen y Frieren se dispersa y sólo se reúne 50 años después. Cuando se reencuentran, todos han quedado marcados por los males del tiempo, excepto Frieren, que permanece intacto. Como elfa, la protagonista puede vivir milenios sin que su existencia se vea afectada en lo más mínimo por el peso de la mortalidad.
Si bien parte del grupo ve que la vida se acerca al final, el personaje sigue siendo el mismo, tanto en apariencia como en personalidad. Su condición hace inconcebible la sensación de urgencia que aqueja a los humanos; En el anime, Frieren llena su falta de propósito deambulando sin rumbo fijo, recolectando magia por todo el continente. Esto comienza a cambiar tras la muerte de sus compañeros, y Frieren inicia un viaje a Aureole, el mundo de los muertos, donde pretende encontrarse con su maestro, el legendario mago Flamme.
Es en este clima de ajuste de cuentas y reflexión existencialista donde se desarrolla el anime. La despreocupación del protagonista por el tiempo dicta el ritmo de la historia, que por muchas escenas de acción que haya, siempre da paso a la cálida y divertida relación entre los personajes, con los que Frieren intenta establecer una relación más firme, considerada y duradera. relación. Con cada episodio, la animación juega más con el concepto de vida y muerte. Frieren –que proviene del alemán “sentir frío”– tiene esencialmente como arco el descubrimiento de la empatía. La falta de pertenencia es el “villano” al que se enfrenta el elfo cuando todos los villanos (no sólo dentro del anime, sino en las narrativas de triunfalismo de la cultura pop en general) ya han sido combatidos hasta el agotamiento.
El impacto del tiempo y los comentarios sobre las fábulas fantásticas en general se destacan cuando Frieren conoce a su compañero elfo Kraft. Muchos siglos mayor que el protagonista, el personaje era un héroe de una época lejana, y nadie vivo recuerda su nombre ni sus hazañas. En un intento por llenar el vacío dejado por su eliminación de la historia, el ser casi inmortal se convierte en devoto de la Diosa con la esperanza de que, al menos en la muerte, alguien vuelva a felicitarlo por sus actos de valentía.
A pesar de oscilar entre lo nihilista y lo edificante, la serie no se convierte en una sesión lúgubre, gracias al humor del guión de Tomohiro Suzuki y a la dirección de Keiichiro Saito , ambos del estudio Madhouse. El buen humor y la belleza visual creada por el dúo japonés combinan a la perfección con la banda sonora de la estadounidense Even Call , que aporta un toque de sensibilidad indispensable al anime. Con ellos, Frieren y el viaje al más allá trae un debate sincero y gentil sobre la relación humana con la muerte. El anime entretiene y cautiva, mostrando que en nuestras tradiciones míticas el viaje de la vida no termina en la muerte.