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Crítica

Slow Horses es una serie que evoluciona temporada a temporada

La cuarta entrega de la ficción de espías protagonizada por Gary Oldman es un producto que se disfruta cada vez más

06.09.2024, a las 14H52.
Actualizado en 06.09.2024, A LAS 16H59

Slow Horses debutó en el 2022, cuando las plataformas no paraban de escupir contenido con tal de mantener el ritmo de demanda de los tiempos de pandemia. En ese momento, Apple TV+ aceleró, pero a otro ritmo, con pocas, pero buenas series. Y en dos años y días, produjo cuatro temporadas de esta ficción, lo que uno puede llegar a pensar por qué con tanta celeridad si es una serie que hay que cuidar. Lejos de arruinarla, la serie creció temporada a temporada. Finalmente, con la llegada de la cuarta entrega, Slow Horses se consolida como una de las mejores ficciones en desarrollo y con un Gary Oldman disfrutando de un personaje como pocos en su carrera.

David Cartwright (Jonathan Pryce), el abuelo de River Cartwright (Jack Lowden), y uno de los ex miembros más respetados del MI5, está empezando a sentir los años y los golpes van directamente a su memoria. Su nieto, el soldado más calificado de los miembros de la “Slough House" (así se llama el libro original que inspiró esta ficción), está preocupado por su abuelo y mentor, y decide ir a visitarlo. Entre penumbras, llega a la casa de su abuelo y este, con tantas dudas como el espectador, decide dispararle y matarlo. Así comienzan los nuevos episodios, con el drama de los Cartwright y un atentado en el centro de Londres que golpeará directo a las auridades del MI5. 

Caballos lentos es una serie a la que se puede volver con confianza. De ante mano uno sabe que las cosas, como mínimo, van a estar igual de bien que la temporada anterior (hay tres entregas que lo avalan), pero ante espectadores cada vez más exigentes, respuestas a la altura y en un tiempo breve (pasaron 9 meses del final de la tercera entrega). En ese sentido, que estén Gary Oldman y Kristin Scott Thomas es una garantía.

Lo que sucede es que a las series o películas de espías uno le pide mucho: que se respete la fórmula, pero también que entregue cosas nuevas, pero ese margen para lo "nuevo" no es muy amplio. Esa experimentación tiene que ser perfecta. Y eso es lo que hace ingeniosa y de alta calidad a esta serie: entienden los márgenes en donde se puede mover, jugar y lo hacen muy bien. 

Le dieron libertad a Oldman para crear un personaje fantástico. Literalmente inolvidable. Estuvo atado a la oficina durante dos temporadas y luego lo dejaron salir a hacer de las suyas. De hecho, el punto más alto de la entrega anterior fue justamente ese, que Jackson Lamb se involucre activamente en el caso. Ya no es un señor gruñon dentro de una oficina absolutamente sumida en el abandono, ahora es un señor gruñon que puede aplicar todos los trucos (la mayoría sucios) para resolver las cosas en el campo de acción. A veces resuelve para su propio beneficio y otras para el bien común de su equipo o de los ciudadanos. Ese personaje es el que hace, sobre todo, brillar a la serie.

Pero hay más: sumaron personajes a la medida de la serie y el mejor es Hugo Weaving (el hombre detrás de la máscara de V de Venganza o el agente Smith en Matrix) como el malo de la temporada. El mercenario Frank Harkness, una adición casi perfecta, porque es una serie que necesita villanos de verdad malos, pero humanos y Weaving sabe encarnarlos. Tambien está James Callis, como el nuevo jefe del MI5, Claude Whelan que ahora tiene que intentar controlar a la fría Diana Taverner interpretada por Scott Thomas en un papel increíble. Que además, en interpretación, tiene un buen duelo (no directo) la astuta asistente Catherine Standish (Saskia Reeves), otra vez sobresaliente. El programa ha logrado eso, un colchón tan sólido que quien se sume, ahora está jugando en una ficción donde, como se dice en el fútbol, se conocen de memoria. 

Slow Horses no tiene nada de revolucionario, pero a la vez lo tiene todo. Una serie de género que cumple con sus objetivos, con sus formas, con la dirección y edición, con la foto que piden el género, pero también aprovecha cada espacio que tiene para jugar, para marcar la diferencia. Desde el humor de Lamb hasta el carisma de River, pasando por sub tramas más cómicas o más serias. Y en cuatro temporadas producidas y realizadas muy rápidamente, la serie se ganó un llugar entre las ficciones más disfrutables de la actualidad.

Nota del Crítico
Magnífico